lunes, 8 de febrero de 2010

MESA QUINTERO

Apuntes de bolsillo

Un Duende escapado de Mesa Quintero
Ramón Sosa Pérez

Pastoril pueblito que subyuga por su recóndita ubicación y dignidad espiritual es Mesa Quintero, perteneciente a la no menos paradisíaca región surandina merideña. Allí, uno de sus hijos, Gilberto Guerrero Quintero, se ha inspirado en contarnos sus vivencias y recuerdos de infante. El sugestivo título “Encanto en la Meseta”, nos refiere con candidez escritural a los corredores de un pueblo de montaña, siempre presente en su corazón.

Recorrer sus páginas permite dejarse seducir por los encantos de esta meseta, fervorosa e incondicional en su afecto por el Santo Niño de Atocha, desde los días aurorales del año 1925, cuando el padre Hazael Arellano les bendijo su capilla, con el boato de rigor católico. Un esplendente proemio del doctor William Lobo Quintero, Presidente de la Academia de Mérida, dio entrada al acto de presentación de la obra el pasado miércoles en la sede la institución.

Son retratos de la ruralía merideña, tatuados en el recuerdo de mejores días por una pluma exquisita en el hacer generoso de gratitud que expresa el jurista Gilberto Guerrero Quintero, el joven que ayer pergeñaba a hurtadillas vigorosas cuartillas en el periódico “El Esfuerzo” de don Julio Mora en Tovar, con el seudónimo “El Duende” y que muy pocos advirtieron entonces la identidad del autor.
Era contestatario y rebelde, como lo reconoce hoy día, en su espléndida bonhomía. El doctor Guerrero se define como insurrecto por mejores ideas siempre, esas mismas que le aventaron de su terruño y que ahora le retribuye con creces en páginas cargadas de lirismo y emoción. Nada más grato que el retorno a la tierruca desde la esencia de la escritura hecha creación.

Aquel joven que levantaba polvaredas con su estilete de denuncia en el liceo tovareño Félix Román Duque ha sosegado su verbo y lo ha decantado en la paciente espera por contar a los suyos los recuerdos de su niñez y juventud en Mesa Quintero, pueblo pionero en la aventura de los jeeps, aún cuando fuera ese un acto de osadía sin par, antes que proponer la redención de un conglomerado social como sucedió en su vecino Canaguá en marzo de 1954.

Conservamos en el afecto una réplica en miniatura traída desde Atocha, en España, y que nos obsequiara hace unos meses el doctor Jesús Rondón Nucete, del venerado Patrono de Mesa Quintero, El Santo Nino de Atocha. Allí se dibuja la fe y la esperanza de este pueblo que dispensa en la bondad de sus hijos la esperanza por un mañana pródigo y merecido. Que estas páginas surandinas aviven el empeño de quienes creemos en la redención positiva de la patria chica que nos vio nacer, en sus valores y en su fortaleza cultural.

El libro del doctor Gilberto Guerrero Quintero vale la pena leerse, en tanto es savia de nuestros pueblos y suma de valores de la surandinidad en lo espiritual, en lo ético y en la razón de ser siempre bregadores de lo bueno, lo grande y lo positivo.

ramnsosaperez@yahoo.es

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